Los Especialistas » Miguel Angel Rodríguez por Academia de Centroamérica

Miguel Angel Rodríguez
Sabemos la importancia de la educación. Sabemos que -en nuestra historia- darle prioridad nos ha favorecido. Sabemos, también, que en el mundo occidental hay frustración por el rezago que sufren las familias pobres y el estancamiento de las personas de clase media. Y entre nosotros ha crecido en las últimas décadas la desigualdad y se ha estancado el porcentaje de hogares en pobreza.
Frente a ello hemos aumentado la proporción de recursos destinados a la educación. Según me hizo ver Andrés Fernández “el gasto público” según dispone el artículo 78 de la Constitución ya cumple en 2015 con el mandato constitucional de que “no será inferior al ocho por ciento (8%) anual del producto interno bruto” si, como corresponde se incluye el gasto para el INA y FONABE no incluido en el presupuesto nacional (fue de 8,2%). De 2012 a 2015 el gasto en educación se incrementó en 0,98 puntos del PIB y ya se había incrementado de 2006 a 2011 en 2,4 puntos. Además, según el estudio del BID “Una mirada al gasto social en Centroamérica, Panamá y República Dominicana: 2007-2013.” tenemos el mayor aumento en el gasto salarial de la zona (8,7% promedio anual)
Según esa misma fuente, Costa Rica es el único país de la región cuyo incremento de la masa salarial se debe principalmente al aumento de las remuneraciones y no del número de personas empleadas. Así el incremento no fue para ampliar los servicios prestados, ni para disminuir el desempleo contratando personal. Un 73% del aumento del pago de salarios se debe a aumento de las remuneraciones, que crecieron en términos reales un 37%, 3 veces más que en el resto de los países. En cambio, respecto al número de empleados del gobierno central, Costa Rica tiene el menor crecimiento del área.
Sabemos también que -aunque nos vamos recuperando del altísimo costo que para la escolaridad en secundaria tuvo la crisis de inicios de los ochenta- aún tenemos serios problemas de calidad y de cobertura en algunas áreas.
Y sabemos también que no se trata simplemente de gastar en educación, y ni siquiera de enseñar conceptos. Se requiere crear habilidades y sociabilidad para que los educados puedan aplicar los conocimientos. La capacidad de las personas no depende de ir a la escuela, depende de aprender en la escuela. Y no simplemente de aprender, sino de poder aplicar lo aprendido
Las pruebas de PISA han puesto el dedo en nuestra llaga educativa: más de la mitad de nuestros jóvenes de 15 años que están en secundaria, no alcanzan los niveles básicos de habilidad en ciencias y matemáticas.
El trabajo para la OCDE de Eric A. Hanushek y Ludger Woessmann “Universal Basic Skills: What countries stand to gain” relaciona el crecimiento de la producción de un país con el nivel de habilidades de su población. Los resultados para el nuestro señalan beneficios sorprendentes. Si para 2030 lográsemos llegar a que todos los jóvenes de 15 años cursen secundaria, y adquieran al menos las habilidades básicas, el PIB en 2095 sería mayor en un 37% y la tasa de crecimiento anual en 0,65. El valor presente descontado del aumento del PIB sería casi tres y media veces el valor del PIB actual.
¿Cómo lograrlo?
Profesores Excelentes, un estudio para el Banco Mundial de Barbara Bruns y Javier Luque, concluye con base en amplia evidencia empírica en 7 países de América Latina y el Caribe que nuestros maestros dedican en promedio -y con grandes variaciones entre centros educativos y dentro de una misma escuela o colegio- solo un 65% del tiempo de clase a dar instrucción, contra una norma internacional de un 85%, perdiendo de esa manera un día de cada semana (ausentismo, tareas no docentes, ineficiente uso del tiempo). Señala que ningún cuerpo docente puede considerarse de alta calidad comparado con los niveles internacionales y que la baja calidad de los docentes es el principal obstáculo que impide el avance educativo de la región.
Asimismo los estudios de John Hattie de la Universidad de Melbourne, basados en más de 65.000 investigaciones que cubren más de 200 millones de alumnos señalan que las 20 medidas más importantes para aumentar el éxito de la enseñanza dependen de lo que el docente haga en clase.
Y la buena nueva es que los maestros excelentes no nacen, se hacen. Pero para ello se deben atraer a la docencia buenos candidatos, que deben ser bien preparados, bien seleccionados; y bien supervisados y capacitados cuando están en servicio.
A los nuevos maestros generalmente les falta la habilidad para manejar la clase y para enseñar. Y se estrenan y entrenan con alumnos. Hay que aprender de la medicina: los cirujanos se estrenan y entrenan con cadáveres. Los médicos se forman en hospitales y con prácticas supervisadas.
Se trata de no dedicar la preparación de docentes a solo enseñarles teorías de la educación, sino a enseñarles -en la práctica- la habilidad de enseñar. Enseñar es un arte y los artes se desarrollan con la práctica guiada y evaluada.
Las ciencias del conocimiento y el entrenamiento para los deportes pueden aportar importantes luces sobre el arte de enseñar, sobre cómo mantener la disciplina y cómo ocupar eficientemente el tiempo lectivo.
Claro que no basta con cambiar la forma de preparar a los nuevos docentes y seleccionarlos de acuerdo a conocimientos y habilidades. No basta con capacitar a los que están en servicio de una manera práctica para que dominen el arte de ser profesores excelentes. Se requiere además, como ocurre en la adquisición de habilidades y en el desarrollo de capacidades deportivas, entrenamiento, supervisión y evaluación permanentes, no solo sobre los resultados, sino sobre la conducción de las clases.
La clave es contar con maestros hábiles para enseñar habilidades.
Escrito por Miguel Angel Rodríguez | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.