Miguel Angel Rodriguez Echeverria

Horizonte Abierto

Vemos a menudo la afirmación de que después de la pandemia la situación económica se ha recuperado y se nos presentan datos del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y de la disminución en la tasa de desempleo. Pero esa afirmación es engañosa pues siendo real es incompleta. No se han recuperado los ingresos de las personas ni los niveles de ocupación anteriores a la pandemia por COVID-19.

Veamos.

Normalmente la producción y la capacidad de consumir y de invertir de los habitantes de un país se mueven en paralelo. Por eso usualmente basta con analizar el PIB que mide el valor de los bienes y servicios que producimos en un determinado período.

Pero no siempre es así.

El consumo y la capacidad de invertir depende del ingreso que tengan los habitantes del país. El PIB incluye las exportaciones, que son bienes que enviamos al exterior y no están disponibles para nuestros habitantes. No mide lo que podemos comprar con esas exportaciones que si nos sirve para consumir y para invertir. También el PIB mide las ganancias a los extranjeros dueños de factores de producción usados en el país, que no son ingresos para los habitantes de la nación, y no mide los ingresos que nuestros residentes tienen por inversiones en el extranjero, que si están disponibles para ser empleadas para consumo y para inversión.

Para medir la capacidad de consumo y de inversiones de nuestro país debemos analizar el Ingreso Nacional Disponible (IND) que toma en cuenta esos factores.

En los últimos años por alzas en los precios de nuestras importaciones mayores a los de nuestras exportaciones hemos perdido en los términos de intercambio o capacidad de compra de nuestras exportaciones. Por eso se debe ajustar el PIB para llegar al IND con el efecto que causa en el ingreso de las personas la variación de los términos de intercambio.

Además, el crecimiento de la producción de bienes y servicios de empresas propiedad de extranjeros (regímenes de comercio especiales principalmente) ha sido mucho mayor al aumento de la producción de las empresas propiedad de personas locales (régimen comercial permanente, fundamentalmente).

Estos dos efectos causan que sea considerable la diferencia entre la variación del PIB y del IND. Por eso desde hace varios años vengo insistiendo en prestar atención al IND y no solo al PIB.

Veamos ahora los datos de las modificaciones del PIB y del IND

Las series anuales del Banco Central (BCCR) nos dan la información del PIB y del IND. Allí podemos ver que en la caída de la producción causada por la COVID-19 se afectó un poquito más —0,5 puntos porcentuales (p.p.)— el PIB que el IND porque los términos de intercambio y el pago neto a factores del exterior actuaron en nuestro favor. Pero esa circunstancia se reversó en la recuperación.

En 2021 el PIB creció un 8,2%, pero el IND solo aumentó un 5,5%. En 2022 el PIB aumentó un 4,6% pero el IND solo lo hizo en un 1,3%. En ambos casos la mayor causa del menor crecimiento del IND fue el acelerado incremento de los precios de nuestras importaciones, causado inicialmente por la crisis de contenedores, la interrupción de las cadenas internacionales de producción y el aumento de los fletes, y posteriormente por la invasión de Putin a Ucrania.

Para este año el BCCR estimó en abril que de nuevo el IND crecerá menos que el PIB, 4% frente a 4,5%, esta vez fundamentalmente a causa del pago a los factores radicados en el exterior que contribuyen a nuestra producción. Esto se da porque las empresas de los regímenes comerciales especiales están teniendo un crecimiento mucho mayor al de las empresas del régimen definitivo. Según el IMAE de mayo de este año la producción del régimen definitivo tiene un crecimiento interanual de 2,4% mientras los regímenes especiales crecen un extraordinario 21,9%.

Este efecto de las ganancias de las empresas de zonas francas más que compensa el efecto beneficioso en favor del IND que se origina en la disminución de precios de nuestras importaciones.

Otra consideración que desde hace varios años vengo manifestando es que no basta con la tasa de desempleo para sacar conclusiones sobre la marcha del mercado laboral. Cuando se produce un gran aumento en el desempleo y permanece por mucho tiempo es un hecho que muy a menudo se da que las personas que sufren ese largo período sin encontrar ocupación renuncian a buscarla y salen de la fuerza laboral, y ya no se consideran desempleadas. De esa manera la disminución en el desempleo no surge de que las personas encuentren empleo si no de que dejan de buscarlo. Así puede disminuir la tasa de desempleo, pero al mismo tiempo darse una cantidad menor de personas ocupadas.

La tasa de desempleo de mayo de este año fue de 10,1% y es significativamente más baja que la que se daba antes de la pandemia, y desde el trimestre terminado en agosto de 2018 es la segunda más baja, solo mayor a la del mes anterior abril.

Pero el nivel de ocupación no ha recuperado los niveles previos a la pandemia. En mayo de este año el número total de personas ocupadas es inferior en 102.096 al de mayo de 2019, último mayo antes de la COVID-19 para comparar el mismo mes y minimizar efectos de estacionalidad. En cambio, la población de 15 años y más que es con relación a la cual se mide la fuerza laboral ha aumentado en 206.561 personas durante estos 4 años. Este fenómeno hace que hoy la tasa de ocupación sea de solo 50,2%. Esa tasa hace 4 años en mayo de 2019 fue de 55,4%. Una tasa tan baja de ocupación nunca se había dado antes de la pandemia desde que empezó la Encuesta Continua de Empleo (ECE) en 2010. Desde noviembre de 2022 hasta mayo de este año en todos los meses ha disminuido el número de personas ocupadas respecto al mes anterior

Si se hubiera mantenido este año la tasa de ocupación de hace cuatro años, en mayo el nivel de ocupación habría sido mayor en 215.876 personas. Eso significa que tenemos un 10,4% menos de personas con ocupación.

La ECE nos da datos sobre el ingreso promedio de los trabajadores. Ronulfo Jiménez calculó la modificación en términos reales que se da mes a mes en ese rubro. Sus modificaciones nos permiten, de otra forma, ver el cambio en el ingreso de las personas. En mayo de 2023 el ingreso real de los trabajadores fue prácticamente igual al que se dio en mayo los dos años anteriores 2022 y 2021. Pero es más de un 6% inferior al ingreso de los trabajadores en mayo de 2019 y en mayo de 2020.

Ha crecido y se ha recuperado bien la producción total. La tasa de desempleo es menor. Pero el nivel de ocupación es un 10,4% menos y el ingreso real por persona empleada es más de un 6% inferior.

Además, la inflación que afecta al 80% de la población con menores ingresos todavía era positiva en mayo de este año.

Estamos lejos de recuperar el bienestar anterior a la pandemia.

Esto se debe a que no hemos avanzado en las transformaciones en educación, en construcción de infraestructura, en formalización de las empresas, en eficiencia de los servicios públicos, en disminución de la tasa de interés y en un tipo de cambio acorde con los costes internos que permita mejor competir a nuestros sectores de producción tradicional. Es en esos sectores de industria, agricultura y servicios del régimen de comercio permanente donde se generarían los puestos y los mayores ingresos salariales que hemos perdido.

Miguel Ángel Rodríguez Echeverría.

Esposo, papá, abuelo. PhD en Economía y abogado, catedrático. Expresidente de la República, Exsecretario General de la OEA. Saprissista.


Fecha de publicación: 17-Julio-2023

Fuente: Delfino.cr


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