Discurso del Presidente de la República de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, en la X Cumbre Iberoamericana: Unidos por la Niñez y la Adolescencia, Base de la Justicia y la Equidad en el Nuevo Milenio.

Panamá. Viernes 17 de noviembre de 2000.

Señores Jefes y Jefa de Estado de los países de Iberoamérica:

Vengo de un país joven. De una nación entusiasta y pujante, comprometida con el desarrollo humano.

Vengo de un país que sabe que reconoce como clave del progreso el bienestar de nuestra infancia y nuestra juventud.

Vengo de una nación que aspira a que todos los niños y las niñas tengan caritas felices y gocen por completo de sus derechos. Aspiramos a que en nuestras familias se les brinde amor, se les permita ser creativos, se estimule su sentido de la excelencia y se les enseñe a ser solidarios, con base en el trabajo, la paz y la práctica de los valores del humanismo.

Y hoy todos nosotros estamos reunidos aquí por ese mismo compromiso, porque creemos que debemos unir nuestros esfuerzos para luchar por la Iberoamérica Joven.

Señoras y señores:

No podemos ser indiferentes ante el hecho de que dos de cada tres mujeres mueren cada año por causas previsibles al dar a luz, quedando más de cincuenta mil niñas y niños huérfanos. Razón suficiente para comprometernos a disminuir la mortalidad materna al menos en un 50% de cara al 2010.

No podemos ser indiferentes ante los millones de casos de jóvenes adolescentes que se convierten en madres cada año. Para prevenir esta situación, educamos a nuestros adolescentes para que tomen conciencia sobre la responsabilidad que implica la maternidad y la paternidad, y ayudamos a la madre adolescente para que ésta pueda progresar y brindarle más oportunidades a su hijo. Las jóvenes iberoamericanas en esta situación y sus hijos e hijas, demandan de nuestra ayuda.

No podemos ser indiferentes ante los 11 millones de niñas y niños menores de cinco años que mueren cada año por causas previsibles. Actualmente, pese a partir de una tasa reducida, en los últimos tres años hemos bajado en un 24 por ciento la tasa de mortalidad infantil, ubicándola en solo 10.8 por mil nacimientos. Pero somos un país demasiado pequeño para salvar a esos millones de niños que mueren ... 30.500 mueren hoy. Para disminuir la mortalidad infantil en Iberoamérica debemos trabajar unidos.

Tampoco podemos ser indiferentes ante los millones de niños y niñas que nacen cada año sin conocer a su padre. Sólo en Costa Rica, la tercera parte de nuestros niños nacen sin padre declarado. Ante este preocupante hecho, se discute ya en el Congreso de la República un proyecto de Ley para velar por el bienestar de los miles de pequeños que ahora nacen sin el afecto ni el apoyo económico de sus padres biológicos. Todos los países iberoamericanos debemos promover acciones que les garanticen a los niños y a las niñas su derecho de conocer a sus padres y de ser reconocidos y apoyados por ellos.

No podemos permanecer indiferentes ante el hecho de que millones de niños no reciben la estimulación temprana que es esencial para desarrollar su capacidad intelectual, personalidad y comportamiento social. Para corregir ese problema, impulsamos el programa "De La Mano", dirigido a nuestra población infantil de cero a cinco años, brindándole las herramientas que necesitan para desarrollarse de manera plena y con igualdad de oportunidades. Pero Costa Rica es un país muy pequeño. Cada nación debe impulsar programas similares.

No podemos olvidar tampoco la explotación sexual infantil en todo el mundo, que promueven seres abyectos para corromper y denigrar a nuestra niñez y juventud. Costa Rica cuenta ya con una nueva legislación que castiga fuertemente todas las conductas asociadas a esa infamia. Con esta Ley, le decimos un rotundo No al turismo sexual, al abuso y a la violación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Pero para proteger a toda la niñez iberoamericana de estas bajezas, todos debemos unir esfuerzos.

No podemos ser indiferentes ante los 130 millones de niñas y niños que no tienen acceso a la educación primaria y que por la desigualdad de género millones de mujeres vean conculcado su derecho a educarse. En Costa Rica tenemos solo un 4,4% de analfabetismo y nos llena de alegría saber que es aún menor entre las mujeres. Y este año, la cobertura en secundaria llegó a un 70%, tras crecer casi una quinta parte en tres años, y logramos reducir la deserción escolar y la repitencia. Pero es poco lo que podemos lograr solos y queda mucho por hacer. Crear una sociedad de oportunidades en toda Iberoamérica, a través de más y mejor educación, requiere el esfuerzo de todos nosotros.

No podemos ser indiferentes ante el riesgo de que la Brecha Digital incremente la injusticia y la desigualdad, como nos lo ha advertido el Vaticano. Por eso, hemos impulsado el acceso universal y gratuito al correo electrónico. Y hemos logrado que más de una tercera parte de los estudiantes de primaria y la mitad de los de secundaria puedan conectarse gratuitamente a Internet, así como que más del 50% de los escolares y el 80% de nuestros jóvenes de secundaria cuenten con laboratorios de informática educativa. El reto está en que todos nosotros promovamos acciones para que nuestros niños, niñas y jóvenes tengan acceso a las nuevas tecnologías y conocimientos, para así cerrar la brecha digital dentro de nuestras sociedades y para brindarles a ellos las oportunidades de esta nueva era.

Señoras y señores:

Todos los esfuerzos que he señalado son parte de un compromiso integral de los costarricenses con nuestra niñez y juventud. Por eso, los hemos integrado y articulado en una Agenda Nacional para la Niñez y la Adolescencia. Una Agenda que representa la decisión de nuestro país de otorgarle indiscutible prioridad a las necesidades, derechos y oportunidades de nuestra niñez y juventud. Una agenda ambiciosa, con metas claras y de cara al año 2010, que espera mejorar sustancialmente el nivel de vida de nuestros pequeños. Porque todos compartimos un compromiso con nuestros niños y jóvenes, creemos fundamental elaborar una Agenda Iberoamericana para la Niñez y la Adolescencia. Una Agenda que refleje prioridades que podamos presentar como bloque de naciones iberoamericanas ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en setiembre del 2001.

Una Agenda que busque disminuir la mortalidad materna al menos en un 50% de cara al 2010; prevenir el embarazo en adolescentes; disminuir la mortalidad infantil; garantizarle a los niños y niñas su derecho a conocer a sus padres y a ser reconocidos por ellos; detener la explotación sexual infantil; promover la estimulación temprana de nuestros infantes; crear una sociedad de oportunidades a través de la educación y promover el acceso generalizado a los nuevos conocimientos y tecnologías. Aspectos todos fundamentales para el desarrollo humano de Iberoamérica.

Señores Jefes y Jefa de Estado:

El compromiso de Iberoamérica con sus niñas, niños y jóvenes es un compromiso sagrado. Más que un compromiso con el futuro, es un compromiso con nuestro presente.

Pero sabemos que todavía nos falta mucho, muchísimo por hacer. Mientras muera una madre por causas previsibles; mientras haya una jovencita o un niño siendo explotado sexualmente por comerciantes y abusadores; mientras la mortalidad infantil no disminuya; mientras haya un niño que no reciba los estímulos que le permitirán romper el círculo de la pobreza; mientras haya una niña que no pueda ir a la escuela, mientras haya menores de 15 años que tengan que trabajar y no puedan prepararse para la Nueva Economía; mientras haya una adolescente que sea madre por ignorancia y por engaños, mientras hayan caritas tristes, no nos podemos detener.

Tenemos que actuar. Y hagámoslo con entusiasmo para que lo mejor de Iberoamérica sea siempre para nuestras niñas, niños y adolescentes. Por ellos, vale la pena este esfuerzo. Porque queremos ver miles de caritas felices, optimistas y deseosas de descubrir y crear.

Porque queremos que miles de muchachas y muchachos se sientan entusiastas y alegres. Por ellos… por ellos, vale la pena este esfuerzo.

Muchas gracias.


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