Discurso del Presidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez, durante la firma del contrato de inversión entre Intel y Art in Soft

08 de febrero del 2001

Muy buenos días.

Dos felices coincidencias. Esta semana se iniciaron las clases. El pasado lunes hablábamos en un colegio técnico profesional fundado este último año a la par de un cafetal en el cantón de Flores. Y hablábamos de cómo esta entrada a clases, una más en la larga lista de las entradas a clases de Costa Rica, de esa fiesta nacional tan extraordinaria que tenemos y esa dedicación de nuestros recursos a la educación; el país lo hacía en condiciones en las cuales más de una de cada cuatro personas que vive en el país está en el proceso educativo.

Eso habla muy espectacularmente de nuestro país. Y eso señala la riqueza que nos ha producido ese café que estaba a la par del colegio. Porque nuestra educación es su fruto. Fue el café, el comercio exterior, la vinculación con el mundo, lo que les permitió a los abuelos de nuestros tatarabuelos empezar, en la primera mitad del Siglo XIX, a construir una sociedad que consagrara sus recursos de una manera muy especial a la educación. Y lo que le permitió, a finales del Siglo XX, tener una de las sociedades con índices en educación y salud más avanzados de toda América Latina; en competencia como países como Argentina y Uruguay, que estaban prácticamente integrados en ese momento a parte del mundo desarrollado.

Es ahora, de nuevo, del cafetal en Ujarraz de donde sale Art in Soft, a promover el nuevo papel costarricense, este papel construido con el conocimiento, construido por la capacidad creativa la disciplina y el trabajo ordenado en el desarrollo científico y tecnológico. De la misma manera que hemos pasado a distintos tipos de cafés, cafés de turismo, de venta de servicios administrativos, cafés de construcción de microchips, cafés de exportación de software; también tenemos que ir cambiando el modelo de desarrollo que tenemos.

Y esa es la segunda gran coincidencia que yo quisiera hoy resaltar. Esta participación de capital de Intel en Art in Soft, se da a las pocas semanas de haberle planteado al país el programa Impulso, para responder a la necesidad de ordenar el cambio de modelo que está viviendo Costa Rica.

El primer modelo nuestro de desarrollo, aquel que se basó en el café y en el cual Costa Rica obtuvo un gran liderazgo gracias a que se adelantó; en aquella época se podía adelantar uno décadas, nos adelantamos décadas a otros países más grandes de América Latina en hacer las primeras exportaciones de café. Y eso nos permitió entrar cuando estaba apenas desarrollándose, o más bien empezándose a poder desarrollar un mercado internacional y tener ventaja en la colocación de nuestros productos y en la obtención de los recursos que nos producía esta exportación.

Ese modelo pudo funcionar muy bien hasta mediados del Siglo XX, con grandes avances para Costa Rica y con grandes limitaciones, en relación con otros países, que tenían uno similar, pero el modelo estaba basado en una frontera abierta de tierras por conquistar y en una mano de obra muy barata y poco calificada. Ya a mediados del Siglo XX se vio la necesidad de empezar una transformación y de preparar el país para un proceso de industrialización y de urbanización, que tendría que venir para poder soportar el desarrollo humano hacia delante de nuestra sociedad.

Ahí entramos en un segundo modelo, un modelo de sustitución de importaciones. Cerramos las fronteras centroamericanas, pusimos grandes barreras y pudimos desarrollarnos aceleradamente en los cincuenta y en los sesenta, gracias a ese segundo modelo, que era basado en subsidios estatales, que se basaba en proteccionismo y en sectores específicos que recibían un apoyo especial. Ese modelo tenía unos costos muy grandes: el costo de balanza de pago, porque se basaba en exprimir a los agroexportadores del pasado, y eso en un horizonte limitado en el cual se podía hacer; y grandes limitaciones fiscales, porque grandes sectores estaban pagando y ya no se le podían poner más cargas a los viejos sectores, y además estaban financiando el sistema.

Nos llevó a la crisis en toda América Latina. Y Costa Rica, que iba adelantada en ese modelo de sustitución de importaciones, lo golpeó mucho. Y eso nos obligó a un cambio, a un modelo de promoción de exportaciones basado en CATs, en zonas francas y de nuevo en incentivos fiscales, que ha sido muy exitoso y nos ha permitido aumentar nuestras exportaciones de una manera increíble en los años ochenta y hasta finales de los noventa, llegando a convertirnos en el primer exportador por habitante en América Latina. Haciendo también que en los últimos años hayamos sido el mayor exportador en términos absolutos de América Latina a los Estados Unidos de productos de alta tecnología, colocándonos en una posición especial. El café, el banano y la carne, que significaban en 1990 el 56% de nuestras exportaciones, sean ahora sólo el 15% de las exportaciones. Algo realmente extraordinario.

Pero también este modelo ha llegado a su fin. No podemos seguir soportando los CATs. Hemos ido acumulando una deuda interna sumamente alta, falta de financiamiento del Gobierno, lo que hace que los recursos estatales estén dirigidos en una dirección muy importante al servicio de esa deuda, al pago de sus intereses. Y al ver los convenios internacionales, hacen que no podamos seguir atrayendo con zonas francas y en base a incentivos, a partir del 2003.

Esto hace que sea necesario un nuevo cambio. Ese cambio es hacia un modelo basado en el conocimiento, basado en la ciencia y la tecnología, un modelo cuyo elemento fundamental es lo que está en las mentes de las personas. No podemos encontrar la solución para el crecimiento de Costa Rica en modelos basados en mano de obra intensiva, porque no podemos competir con China o con la India, ni con tantos otros países donde hay mano de obra barata y super abundante. Ni siquiera podemos competir con El Salvador, Honduras, Guatemala o República Dominicana. Además no queremos competir con ellos, porque lo que queremos es seguir aumentando los niveles de bienestar. Tenemos que seguir aumentando los niveles salariales, y eso sólo lo podemos hacer si cada vez la persona que se une al sector productivo es una persona que aporta más conocimiento, que aporta más capacidad de producir.

Ciertamente necesitamos que nuestros cafetales sigan produciendo Art in Soft, como produjeron Intel. Donde antes estaba el cafetal tenemos ahora un lugar donde los salarios, lo que se paga, es muchas veces más lo que se pagaba a los trabajadores de la finca. Y donde el país tiene que migrar, de la misma manera que Art in Soft ha estado ayudando a migrar las viejas tecnologías de informática hacia las nuevas, el país necesita un Art in Soft, un portal que venga a ayudarnos a migrar hacia un nuevo modelo de desarrollo.

Un nuevo modelo que ya está ahí. Está en Art in Soft, está en Procter and Gamble que establece sus instalaciones en pocos días; está en los veinte muchachos de Intel, que están preparándose en Estados Unidos para diseñar microchips y no sólo producirlos. Está en Inbio y en la capacidad de manejar nuestros recursos de una manera totalmente innovativa; está en las empresas costarricenses que han logrado irse más allá de nuestras fronteras y hacer desarrollos tecnológicos en el campo de empaques, de materiales de construcción y tantos campos más, y ya tienen entonces verdadero acceso de punta a los mercados. Está, por supuesto, en este extraordinario campo del software, donde realmente yo creo que no tenemos ningún desarrollo en los últimos diez años del cual los costarricenses debamos sentirnos más orgullosos, que del desarrollo que empresas como Art in Soft han llevado a vender en todos los mercados del mundo.

Es realmente un proceso extraordinario que nos permite que el producto nuevo costarricense, el nuevo café costarricense, esté llegando de nuevo a los mercados mundiales. Tenemos que ir a competir en la primera liga, en esa liga de las Irlandas y los Singapures, porque ahí está nuestra educación. Y tenemos que compararnos con ellos y equipararnos con ellos, y competir con ellos, y no quedarnos contentos de compararnos con países muy pobres de nuestro entorno, que están en otro nivel de desarrollo y con otros modelos de desarrollo.

Este es un cambio complicado. Por eso Impulso surgió no para decir "esto es un invento nuevo". No, no. Si esto es parte de lo que hemos venido haciendo. Pero tenemos que conceptualizar ese paso para que todos veamos cómo nuestros esfuerzos se apoyan unos a otros. Para que todos veamos cómo -por supuesto que si la Asamblea Legislativa aprobara proyectos de ley podríamos acelerarlo muchísimo, pero aún sin que la Asamblea apruebe los proyectos- podemos tomar medidas en el campo del conocimiento y la tecnología, en el campo de la desregulación, en el campo de la facilitación de negocios, en el campo del apoyo a la pequeña y la mediana empresa, en el campo de la integración como proveedores a las empresas de alta tecnología, en el campo del apoyo a la búsqueda de capital para las empresas de software o para el desarrollo de sus habilidades gerenciales. En el campo de crear además una conciencia nacional de lo importante que es todo esto, en el campo de fortalecer profundamente nuestros procesos educativos y de entender que en Costa Rica necesitamos que toda la población saque por lo menos su secundaria. Ya no podemos contentarnos con que la gente sepa leer y escribir, necesitamos que tenga su secundaria y cada vez necesitamos más que tenga también conocimientos tecnológicos y segundo idioma. Y este país tiene que ir evolucionando con fuerza hacia esa incorporación del segundo idioma, como uno de los instrumentos más importantes para poder en este mundo globalizado sacarle ventaja a las condiciones de los costarricenses.

Por eso estar en esta época viniendo a firmar como testigo de honor este acuerdo, es un acto de la mayor importancia para el Presidente de Costa Rica. Estamos teniendo la unión de lo mejor que tenemos para competir en este nuevo siglo y milenio, en este nuevo mundo y este nuevo modelo, basado en el conocimiento y en la ciencia y la tecnología, basado en empresas intensivas en el uso de mano de obra muy calificada, en el que la clave, la respuesta, está en las cabezas de hombres y mujeres.

Por una parte tenemos Art in Soft, una empresa local. No sólo creadores, directores y accionistas y funcionarios deben sentirse orgullosos de ella, todos tenemos derecho de sentirnos orgullosos. Yo me siento orgulloso, me siento como si fuera parte de una actividad mía, porque ciertamente siento que es parte de un país distinto, que se estás construyendo de una manera muy positiva y que va a salir de ahí. Va a salir de esa libertad para crear, para innovar, para poder hacer las cosas cada vez con mayor facilidad, de esa capacidad de migrar de un modelo de desarrollo a otro.

Muchas felicidades a ambas empresas. Estoy seguro que este convenio será de gran éxito para las dos y para el país en general. Muchas gracias!


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